agosto 26, 2005
Se busca vergüenza con cama adentro.
Cuando el gran Cesar Vallejo se fue de este mundo, (en París y con aguacero) nos dejó en la boca el sabor triste que solo dejan los grandes seres cuando se van y también su famosa frase:
-Hay hermanos muchísimo que hacer-.
Han pasado 67 años desde aquella mañana de Abril en que nuestro poeta agarró sus maletas, mandó el mundo a la mierda, y se marchó a buscar un poco de paz para sus huesos húmeros. Sin embargo, su celebre frase sigue mordiendo las entrañas de esta patria que él habría querido diferente. –Hay hermanos muchísimo que hacer- Repiten los maestros en las aulas cada vez más vacías; los médicos en los hospitales sin camas y sin medicinas; los jubilados en la cola para cobrar un cheque desnutrido; y también, lamentablemente, los demagogos en campaña.
Sí pues, hay mucho que hacer. Pero pienso que primero hay mucho que deshacer, empezando por el sistema político que se caga en los sueños de millones de jóvenes y en el futuro de los niños que aún no han nacido. Para ello es necesario recuperar nuestro derecho y nuestra obligación a la vergüenza. A los que les sobre, vayan pasándola por favor e inviten primero a sus autoridades políticas que buena falta les hace.
Necesitamos urgente recuperar la vergüenza. Porque vergüenza nos deberían dar los miles de niños que duermen en las calles; vergüenza, nuestro penúltimo lugar en matemáticas y lenguaje entre los países de Latinoamérica; vergüenza, de que un ladrón y asesino como Fujimori tenga seguidores pese al mar de corrupción en que hundió a nuestra patria; vergüenza, a los políticos que prometen cosas que no van a cumplir; vergüenza, ante el lamentable abandono que sufren el deporte, el arte y la cultura en nuestra patria; vergüenza, señor alcalde de San Martín por el muladar pestilente en el que a convertido a Tarapoto, por las tarifas de agua más caras del país y por el nido de ratas que es hoy la municipalidad. Necesitamos vergüenza, ¡Urgente, por favor!
Señores desvergonzados, ahí les dejamos a George Bush, por si buscan frases que queden mejor con sus actos. Nosotros solo queremos que nos devuelvan a Vallejo, para vestirnos con su alma de viajero pobre, y para rezar su poemas fuera de las catedrales y templos.
“…Quiero, para terminar,
cuando estoy al borde célebre de la violencia
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
comprarle al vendedor,
¿Ayudar a matar al matador? ¿Cosa terrible?
Y quisiera yo ser bueno conmigo,
en todo”
Extracto de “Me viene, hay días, una gana ubérrima...”
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